lunes, 1 de julio de 2013

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Nos han enseñado a recordar la idea y no al hombre, porque un hombre puede fallar, puede ser atrapado. Puede ser matado y olvidado. Pero 400 años después una idea aún puede cambiar el mundo. 
He sido testigo de primera mano del poder de las ideas. He visto gente matar en nombre de ellas, y morir defendiéndolas.
 Pero no puedes besar una idea, no puedes tocarla ni sostenerla. Las ideas no sangran, no sienten dolor. No pueden amar.
 No es una idea lo que perdí, es un hombre. Un hombre que me hizo recordar el 5 de noviembre. Un hombre que nunca olvidaré. 




(El día que pueda dejar de ver esta película, me sentiré rehabilitada.)