sábado, 17 de septiembre de 2011

“- ¿Y por qué no?
- ¡Oh! No puedo explicártelo. Cuando quiero a alguien de verdad, no
me gusta decir su nombre a nadie. Es como ceder una parte de él.
Me he acostumbrado a amar el secreto. Es lo único que puede
hacernos la vida moderna misteriosa y sorprendente. La cosa más
vulgar se vuelve deliciosa en cuanto alguien nos la esconde. Yo,
cuando me voy al campo, nunca digo adónde. Si lo hiciera, perdería
todo encanto. Es una mala costumbre, lo confieso; pero no deja de
traer cierto elemento novelesco a la vida de uno.”