miércoles, 8 de octubre de 2014

Verano.

Parece que va a llover, se te nota en la cara, como cuando fuimos al campo y me juraste que no habrían problemas, que los arrancarías de raíz para que la curva de los labios no se vea como la última película mediocre que fuimos a ver al cine, para que los dientes vean de nuevo la luz, pero ahora sin tanto precipicio, lágrimas de compañía ni gritos profundos. Me juraste que sólo oscurecería cuando apagáramos la luz de la cabaña y yo brillara en ti y así fueran las cosas. Pero tanto infortunio te pasó la cuenta, te volvió a atrapar, y los campos ahora eran finitos, la tierra pequeña, y el verano una pesadilla. Por eso parece que va a llover, porque el verano se cansó de esperarte, de atrapar luciérnagas que morían en tu boca, que intoxicaron mi amor, porque el amor muere al menor error, y yo, incapaz de doctorado en sicología ni siquiatría, sólo ser humano normal, vulgar, común y corriente, no sabía donde esconderme y donde esconderte la angustia, que pasados los días se volvía un dolor de cabeza sórdido, que me recordaba la estupidez sistemática que significa creer que hay sólo un alma gemela, un príncipe o una princesa azul, que yo debía ir al trabajo y tú cuidar a algún niño que se nos haya ocurrido tener porque los demás creen que eso es realización, que para una mujer tener hijos era el único futuro (ridículo, humillante) por eso tú debías quedarte en casa, y yo, padre abnegado, trabajar horas extras y creer que eso nos hacía mejor. Pero todo terminó en hablar del tiempo que se iba y que no alcanzábamos a abrazar, y este monólogo de a dos que se convirtió en rutina, hablar tú para tus demonios y yo para los míos, renegar de los anillos en los dedos y volver a jurar que este verano no habrían problemas, que los nuevos tiempos no serían peor. Por eso quizás es mejor la lluvia, y que se te note en la cara, pues ese será el mejor preludio, el mejor comienzo del mejor final, para agarrar las llaves del chevrolet medio averiado y huir de aquí probando suerte, intentando sobrevivir más de un segundo a esta vida sin Armanda, sin caricias, sin mi Armada querida, víctima de mi devoción.