viernes, 3 de enero de 2014

Recorro tu cuerpo exánime que me recuerda al subir y bajar de un relámpago en  tormenta. Primero poso mi mirada en vuestras manos ásperas y crudas, manos de tierra, subo por tu brazo lentamente zigzagueando para ver si encuentro tus ropas, predecibles y gastadas, ropas siempre oscuras, fuera de moda que ahora le dan un toque místico a tu dormir, recorro y entiendo, por primera vez entiendo el arduo trabajo que realizaste con él, las implacables horas de ejercicio y el indómito sello que les dabas a tu andar. Juraría que sigues aquí, que la oscuridad no te arrasó, que no te olvidaste de las bases claves de vivir, que no te fuiste la noche del 4.