¿Por qué se ríe de mí caballero? y pregunto, eso es lo más cómico.
Ni siquiera se ha llegado a imaginar la respuesta, ni tampoco ha querido palparla a ojos cerrados. Incómoda, prefirió en ese momento sentarse frente a ellos e ir directamente al asunto.
¿Que la abuela se va? ¿creen que soy payasa?
Menos aún presentía que se le iría encima el asunto de la mortalidad justo hoy, y que seis meses después el misterio sería descubierto, y sería ella en primera persona la que lo sentiría.
-¿Por qué se sigue burlando caballero?
- Yo no soy el mismo caballero de antes.
- ¿Entonces cómo sabe que había un caballero anterior?
Como si uno no pudiera llorar en el metro-pensó, y volvió a sumirse en sus dudas sobre el intervalo entre muerte y muerte que es la vida. Y su abuela ¡Pobre abuela! que lo último que va a vivir va ser la conmoción de una cadena perpetua llamada cáncer. Y que sus padres no le contaban, que le decían que se iba de viaje, cómo si pudiera imaginarse a la abuela en las vegas o en el caribe, cómo si la abuela no fuera esa tremenda mujer que le enseñó todo lo que sabe, que le enseñó desde naturaleza hasta política, que la educó firme y con consciencia destructiva hacia lo que nos destruye, que daría a sus propios hijos por ver a su país libre del capitalismo, la abuela, esa abuela, no se iría al caribe sólo por capricho.
- Por su primera frase puedo deducir que alguien se burlo anteriormente de usted.
- ¿Debería asombrarme por su capacidad de deducción o va a dejar que siga llorando tranquila?
Y ahora nacía un nuevo temor que la sofocaba, y que en medio del anden, lleno de narices, se volvía más tóxico. Nunca había tenido gran conexión con los demás, pero ahora pensaba en su mamá, en su papá y en los más viejos. Pensaba dramáticamente:
"Que me esperen, que no se vayan antes, que mis piernas son cortas, pero al andar se hacen grandes."