sábado, 30 de junio de 2012

eludiendo.

Parece ridícula la situación, me parezco pequeña e insoportablemente sola, porque me dí cuenta del poder mental que necesito para enfrentarme a mi padre y sacar todo lo que está adentro, todo lo que he acumulado porque no hay forma de hablar, no hay forma de dirigirme de ninguna manera a él, pero aún así toda mi vida está ligada a su palabra, porque tenemos la misma sangre, porque vivo en su casa, porque como su comida y porque soy hija de su mujer. Y después de tanto hablar y encarar y buscar esa forma de que alguien tan distinto y con una mirada tan distinta a la mía entienda algo, me siento rota, muerta, como si me hubieran pasado veinte elefantes por arriba, agotada, cansada mentalmente y con las mejillas rojas y los ojos peor, porque no estoy bien, y quería que lo entendiera, quería ver si en un lugar del espacio nuestros dos mundos totalmente opuestos podían ser compatibles. Parece que sí puede suceder, pero sólo una vez en unos años, como un eclipse de luna o alguna de esas cosas.

Me siento como toda una lúser (si con U y con tilde), pero estoy un poco acostumbrada.