martes, 5 de julio de 2011

corazón

Tembló ante los primeros parpadeos de su madre, los sentía, los escuchaba, por muy sutiles que fueran, escuchaba su respiración y su corazón latir, no sabía si aquello era un sexto sentido, o si sólo el silencio de la habitación había logrado agudizar su oído. Una señora acababa de entrar y ella lo sabía aún sin abrir los ojos. Era su madre, una mujer "enchapada a la antigua" con pantalones de cotelé, una persona honesta, con chaleco de lana, humilde, orgullosa de sus logros, pero con un semblante triste y ahora con lágrimas en los ojos y el corazón a medio latir por la tormenta que la rondaba, al ver a su hija en una camilla de hospital. La niña, que en ese momento no pasaba los 16 años, ladeó su cabeza hacia la pared y con una voz seca repitió palabras que en el corazón de la mujer resonaron sin cesar. - vete de aquí, no quiero verte llorando, ¡no necesito que llores más por mí.!- la madre no asimilaba su reacción, le parecía una respuesta ingrata ante su dolor, pero la niña tenía sus razones. "Lo menos frecuente en este mundo es vivir, la mayoría de la gente existe, eso es todo" esa frase era difícil de olvidar, su abuela se la había recitado en la última luna llena y ella sentía que debía hacer la diferencia, que debía salir de ahí y demostrarle al mundo lo que es vivir, y ella, que había estado tan cerca de la muerte, sabía como. Entonces sus ojos se cerraron para dejar caer unas lágrimas mientras sentía que su madre se acercaba a ella a paso lento, sentía que en su pecho alguien cavaba y presionaba su corazón, sentía que podría haber muerto en ese mismo instante, pero en cambio, la calma reino todo su ser, cuando en su oído escuchó la voz quebradiza del ser que le había dado la vida, que decía con dolor : "Luz, acuérdate porque te pusimos ese nombre, acuérdate que queríamos que nunca dejaras de brillar".